Escribe: Natalia Nisnievich *
En 2020 comencé la carrera de formación docente en danza con orientación en Expresión corporal en el Instituto Superior Provincial de Danzas Isabel Taboga (ISPD, Rosario, Argentina, https://tabogadigital.net/). En plena pandemia, donde lo remoto primaba, tuve la oportunidad de participar en un conversatorio, enmarcado en la materia “Fundamentos de la corporalidad” de primer año, organizado por lxs docentes: Alicia Boggian y Marcelo Díaz. Este encuentro contó con tres invitadxs del campo de las artes escénicas y la salud: Maica Martínez, Marcelo Comandú y Rafael Echaire Curutchet (1) que reflexionaron a partir de dos interrogantes y un enunciado: ¿qué se mueve cuando nos movemos? ¿qué es estar presente? y contacto con tacto.
Por otro lado, como parte del programa implementado durante el 2020 «Encuentros con Maestres Artistas», también se realizó un encuentro con Gustavo Emilio Rosales (2). El conversatorio contó con la presencia de estudiantes, profesores e invitadxs del Instituto Superior Provincial de Danzas «Isabel Taboga» de Rosario.
A partir de estas experiencias virtuales y de los apuntes que fui tomando, pude delinear una serie de ejes y reflexiones para compartir, en este caso, desde la escritura:
¿Qué es lo que digo cuando bailo?
¿Qué me motiva al movimiento?
¿Vivo lo que muevo?
¿Movemos el cuerpo o el cuerpo nos mueve?
¿Cómo se relaciona la danza con la subjetividad?
Al reflexionar sobre nuestras prácticas de movimiento, podemos considerar y percibir, en una primera instancia, que estas son posibles gracias a nuestra anatomía, nuestros músculos, tejidos, huesos, tendones, órganos. Sin embargo, Emilio Rosales en el conversatorio, propuso un concepto que aporta otras aristas, a partir de las cuales podríamos repensar nuestras trayectorias corporales: “el cuerpo es un imaginario, se vive como tal. Es un conjunto de fragmentaciones. La conciencia de nuestro cuerpo implica el extrañamiento. No sabemos cómo es nuestro cuerpo en su totalidad, es un conjunto de fragmentos”
De este postulado derivan otras posibilidades de pensar “el movernos”, que me invitan a reflexionar en principio, en lo limitada y, a veces, limitante que puede ser nuestra conciencia corporal.
En segundo lugar, retomando los interrogantes que planteé al comienzo, puedo esbozar que nuestros movimientos no sólo son físicos, nos involucran en varios aspectos que pueden ser emocionales, históricos, cognitivos, expresivos, trascendentales. Cuando nos movemos también sacudimos, revolvemos, creamos. Movemos nuestros sentires, recuerdos, anhelos, luchas, heridas, tristezas, enojos, alegrías, certezas, incertidumbres. Transformamos.
Nuestra forma de movernos, nuestra propia danza, se relaciona con nuestra subjetividad y con nuestra autopercepción de nosotrxs y nuestro entorno.
Siguiendo a Emilio Rosales, “la danza es el mejor ámbito para transitar la grieta, la ruptura. La danza es tensión entre la gravedad que nos jala y la columna que nos yergue” “La danza rebasa la cuestión de que sea un lenguaje”
La danza como “posibilidad de” nos proporciona un espacio de ser, de resistir y cambiar, de agitar y detener.
“Bailarínx se es cuando se decide serlo” apunta Rosales. Bailarínx se es cuando nos movemos, nos interrogamos, cuando intentamos esbozar pensamientos sobre la danza, cuando estamos en aparente quietud corporal, en silencios danzantes. En palabras otra vez de Emilio Rosales: “no hacemos danza sino que nos estamos haciendo danza”
A su vez, no hay presencia sin un otrx. Soy otrx y otrxs. El otrx me hace ser. La invención de la mirada es la invención del otrx.
Marcelo Comandú esboza: “no se puede estar sin estar con otrxs, nuestra presencia es una copresencia.”
Según Marcelo Comandú, “nosotrxs habitamos el espacio al mismo tiempo que nuestro cuerpo es habitado por espacios” Habitar el entorno sería entonces no sólo habitar con otrxs, sino también estar cohabitado por seres, voces, elementos. El “con” es constitutivo del ser mismo” apunta Comandú. Para componer en danza, en movimiento, en y con el cuerpo, entonces, siguiendo lo propuesto por Comandú, podemos pensar que sentir el entorno y la presencia, HABITARNOS PRESENTE puede ser un punto fundamental. Estar en el mundo se torna flujo, devenir, estar en una constante. Ese devenir siempre se produce en alianza con otrxs, seres y objetos. Y así volvemos al mismo punto: ¿qué movemos cuando nos movemos? También nuestros vínculos, el otrx en mí trae una nueva exploración, una otra danza. El devenir se torna un camino constante de exploración que nunca encuentra un punto final y en el proceso nos vamos deshaciendo de fijaciones, estructuras, modos de comportamiento, re-conociéndonos en otrxs. El cuerpo se vuelve una composición de pliegues y tensiones y de re-descubrimientos de sus potencias.
Maica Martinez también hizo eco en este escrito. A partir de una experiencia sensible que propuso y que notablemente se hizo posible de manera remota, pude experimentar las siguientes resonancias sobre las preguntas enunciadas, enmarcadas en el contexto pandémico que estábamos atravesando:
“Mis dedos recorren mi cuerpo. Cuando están a una distancia mínima puedo sentir su temperatura y la energía de mi mano viajando por mi rostro, escuchar donde mi rostro llama. Los ojos no quieren cerrarse. Permanecen fijos frente a la pantalla. ¿La virtualidad me ha quitado sensibilidad? Hoy estar presente es mirar una pantalla. No quiero dejar de mirar”
A modo de cierre sensible de este compartir dejo devenir una poesía que escribí en el marco de un “Diplomado en danza ritual”, dictado por Emilio Rosales y Ana Osella (3).
Danza, danza
Mi deseo arrastra a mi cuerpo,
Cuerpo capaz de volverse sobre sí mismo,
aunque a veces extraño de sí.
Mi deseo inventa un espacio en el que mi cuerpo se moldea.
No hay significado de esos movimientos que danzo.
El movimiento que me mueve,
me impulsa hacia lo inestable, lo desconocido, el no-lugar.
Experiencia pura, aquí y ahora.
Lo indecible se vuelve danza.
Mi cuerpo engendra su propio mundo,
revela sus verdades más sinceras.
“Los cuerpos son una ofrenda”, apunta Válery
La danza se modela en el puro movimiento del mover,
Y la entrega al juego realiza el acto poético del ritual.
Mi danza invoca un tiempo distinto y singular,
me sumerge en la completa duración de un tiempo “otro”,
Y así, mi cuerpo habitual se vuelve cuerpo danza,
Un fluir con lógica propia.
Las imágenes brotan y acompañan mi estado de cuerpo danza.
Danza que se ofrece como movimiento puro,
El cuerpo cotidiano desaparece.
El presente se manifiesta en mi cuerpo danza.
El código del lenguaje se rompe y nace la pura experiencia.
Tejen con sus pasos quienes danzan,
Engendran sus propios universos quienes se mueven.
Danza, danza hasta la transmutación del sinsentido
Danza, danza hasta el éxtasis
Danza, danza hasta que caigan las máscaras
Danza, danza, hasta alcanzar TU CUERPO.
(1)
Boggian, Alicia: Bailarina, investigadora, creadora y docente de la Carrera de Danza con orientación en Expresión corporal, Instituto Superior Provincial de Danzas “Isabel Taboga”
Díaz, Marcelo: Actor, expresor corporal, director creador, regente y docente del Profesorado en Danza, Instituto Superior Provincial de Danzas “Isabel Taboga”
Martinez, Maica: Creadora Docente en Ecología Corporal, Creative director en Entre mujeres, niños y niñas Creadoras, Argentina-España.
Comandú, Gustavo: Coreógrafo, bailarín, músico, Córdoba, Argentina
Echaire Curutchet, Rafael: Psicólogo, docente “Práctica, clínica e intersecciones en el Campo de la Salud Mental- CEI- UNR
(2)
Rosales, Gustavo Emilio: Escritor mexicano, Docente, Pensador del cuerpo en estado de danza, fundador de la Revista DCO, https://www.facebook.com/revistadco/
(3)
Osella, Ana: Antropóloga, bailarina, coreógrafa, acróbata, docente, expresora corporal, directora de proyecto “Manifiesto” entre otros.
Minibio:
Natalia Nisnievich es Profesora en Letras, graduada en UNR.
Bailarina e investigadora de la cultura afrobrasilera.
Estudiante de la carrera Expresión Corporal (Instituto Superior Provincial en Danzas Isabel Taboga)
Instagram:
nati_nisnievich
Facebook: Nati Nisnievich