Gisela Fantacuzzi: «La formación en Sudamérica es más desordenada»

Conocela en su visita a Rosario: Entrevista de Revista Inquieta.

Realizada por Estefanía Salvucci y Lucía Animendi.

Desgrabación: Tina Arfeliz. Redacción: Florencia Gianolio.

Gisela Fantacuzzi, bailarina y coreógrafa argentina, llega a Rosario, desde Italia, en el año 2018 para presentar su obra “Todo lo que se extiende en el aire”, una propuesta performática que ‘expresa la memoria corporal a través del simbolismo de los gestos y el movimiento’. En esta ocasión, el espectáculo – bajo su dirección y la de su compañero Giandomenico Sale – sumó la participación en escena de la bailarina Virginia Tuttolomondo. En el marco de esta presentación compartió además, un laboratorio de tres días llamado «El cuerpo atravesado: del movimiento puro a la práctica artística», donde se abordó la ‘exploración de la multiplicidad del cuerpo, la voz y el movimiento en acción, para ampliar las posibilidades expresivas’ de la mano del método Feldenkrais®, siendo Gisela certificada profesional en la materia.

En diálogo con Inquieta, nos cuenta sobre las razones que la trajeron a la escena rosarina, su formación y su relación con el arte, zigzagueando entre la maternidad y el trabajo.

Revista Inquieta: ¿Cómo surgió la posibilidad de traer tu material a Rosario?

Gisela: “Conocí a ‘Viki’ (Tuttolomondo) en el 2009 cuando vine a presentar el proyecto IPL (International Performers Labs) para crear conexión entre bailarines de Europa y Sudamérica, en El Cruce. Después del IPL se creó Fronteras; participé acá y en la primera edición en Brasil en 2009, también con Viki. Siempre encontrándonos en estas situaciones; quedó una linda amistad. Después por muchos años no nos vimos, yo me fui a Italia en 2011 y cada una siguió su vida. […] Cuando le dije que tenía muchas ganas de volver en fines del 2016, quedé embarazada y el plan era venir con una obra bastante más heavy, pero no iba a poder porque llegaba de 5 meses. Entonces dijimos: ‘Bueno, no se hace, la hacemos el año que viene’. Le comenté a Viki de venir acá y se armó todo. Pudimos armar el laboratorio que fue re lindo: gente con muchísima experiencia, gente con menos experiencia pero con mucha disponibilidad, curiosidad.”

I: Decís que había gente con mucha disponibilidad. ¿El trabajo que vos hacés desde el Feldenkrais®, de sensibilizar los cuerpos para poder después hacer trabajos de improvisación, se cumplió?

“Me fui sorprendida. Con el laboratorio, cada grupo es super diferente. Cada grupo tiene una particularidad específica en cuanto a la escucha, el modo de resolver, etc. Este grupo no tenía límite, lo que probé fue dar poco material, pero con el tiempo para profundizarlo y ver qué pasaba. El tema es dar el ambiente para que indaguen, exploren…Es mi modo de compartir con la gente: especificar ciertas líneas de búsqueda y ver qué consecuencias trae. En el laboratorio propongo un cuerpo que no sabe, que se pueda sorprender. Ir más allá de la consigna. Entonces, para poder llegar a esto, que a veces aparece cuando bailás, esos instantes… no es necesaria tanta información sino estar, permanecer, arriesgar, equivocarse hasta que aparece. Me interesa mucho trabajar con gente que no tenga tanta experiencia porque lo que generan quizás está menos deformado, o es más auténtico. A veces es más difícil cuando tenés más información. En grupos donde tenés gente que tiene menos y gente que tiene más experiencia a veces es más difícil de llevarlo, lo que propongo es un laboratorio donde se pueda ir descubriendo.”

I: Actualmente estás viviendo en Italia. Contanos, ¿Cómo llegaste allá?

“El amor mueve montañas -dice entre risas-. En el 2001 mis padres, que son italianos, se fueron a vivir allá. Yo me quedé acá estudiando en Buenos Aires, estudiaba con Viviana Yasparra, estaba en el Borges; tenía mi circuito. En el 2010 fui de vacaciones y me enamoré, y me fui. También era un momento difícil en Buenos Aires para tratar de vivir de lo que hacía. Se empezaron a abrir otras cosas nuevas: estudiar Feldenkrais®, nuevas relaciones de trabajo: España, Alemania, Holanda. Está todo muy cerquita.”

Su experiencia en Europa

“Abruzzo, – donde vive,- es la región menos desarrollada en cultura; hay mucha corrupción en ese área, entonces, no hay plata para cultura o siempre para los mismos, es una de las regiones menos explotadas turísticamente. En el 2015 conozco a Francesca Zaramullo: coreógrafa, bailarina italiana que vive en Bélgica. Y compartimos con ella y con mi pareja un proyecto que se llama “Rehabitar el Futuro”. Vivir en esa zona de Italia donde hay muy poco, siempre mueve esa intención de generar espacios culturales en zonas donde el abandono es lo que más se siente. Entonces ella empezó a entrar de lleno en esto. Así nace el colectivo ‘ArteAlto’, que somos nosotros: Francesca, Franco (mi pareja) y yo. Después invitamos a otros artistas a participar, y se hicieron residencias creativas en estos pueblitos. Conviviendo con los habitantes aprendíamos a cocinar, entrábamos en contacto con la gente. Muy revolucionario para nosotros también. El proyecto era absorber las costumbres, el modo de hacer, de pensar, las canciones, y devolverla a modo de trabajo escénico, de trabajo de video. Al final de cada residencia se hacía una performance en la calle, en lugares donde el pueblo no iba más. Por ejemplo ‘la fontana’: la fuente donde las mujeres antes iban a lavar la ropa.Un lugar de encuentro. Buscábamos esos lugares y trabajábamos ahí. Resignificábamos la cultura de ellos, y era alucinante. Gente que quizás no tenía experiencia en ver teatro o danza contemporánea, entonces era muy fuerte, porque al final de cada presentación las viejitas del pueblo traían para comer; era como una fiesta. A veces nos pasaba que en pueblos de 800 personas nos seguían 300 durante la presentación, que era itinerante, y la gente nos decía: ‘Ni en pascuas pasa esto’.No nos esperábamos eso, una experiencia muy fuerte, al principio muy dura porque no entendía nada de lo que estábamos haciendo. Ahora que veo lo que pasó y lo cuento, me sigo sorprendiendo yo también de lo que habíamos hecho. Pienso que la vida te enseña de estas experiencias y de confiar que te podés equivocar, a confiar en otras personas también. El hecho de compartir y trabajar con otras personas como vos: de tu edad, que están en la misma. Para mí esa fue la experiencia más fuerte, la que hasta ahora me ha cambiado mucho porque inconscientemente uno se deja modificar cuando trabaja con otras personas. Te vas construyendo de este modo.”

“Il Corpo Attraversato”, no es solo el título con el que Gisela nombra su taller más reciente, sino que responde a una cosmovisión acerca del arte y de la vida en general:

“Me formé, durante 12 años con Viviana Yasparra desde estas técnicas más somáticas. Así fue mi formación más importante. Me formé en el UNA, y me fui porque no tenía mucho que ver con eso. Ahí descubrí a Viviana, y este modo de acercarse a la danza siempre me quedó dando vueltas. Cuando me fui a Italia, encontré la formación de Feldenkrais y fue así que después de formarme durante 4 años yo decía: ‘Bueno, ¿qué hago con todo esto que sé?’. Se despertaban cosas; y se fue creando esto de trabajar desde un cuerpo atravesado con todo esto que propone el Feldenkrais, que no es sólo sensibilizar, sino re-sensibilizar.”

I: Nos contabas que estudiaste composición coreográfica en el IUNA, pero luego te seguiste formando con otrxs maestrxs, coreógrafxs y técnicas. Teniendo en cuenta esto y tu experiencia en Italia, hoy en día ¿hay tensión con el recorrido anterior, con los conceptos de composición y esta manera de producir y mostrar en escena?

“Ahí entro en una crisis enorme, porque venía de un modo de saber hacer. Aprendés una cosa que es tan efímera, que no tenés receta. También hasta ese momento trabajaba muy sola. Creo que aprendí mucho trabajando sola más que estudiando.[…]Mi formación fue siempre muy desordenada, empecé a estudiar sin saber muy bien por qué y  qué cosas estaba haciendo pero me volvía loca.[…] El UNA me dio unas primeras bases, me dio la seguridad de estudiar en una Institución, conocí maestros…pero el mayor enriquecimiento lo encontré afuera con maestros individuales, estudiando con Viviana, Adriana Barenstein… También pasa en Europa, que hay muchas chicas y chicos que estudian la carrera en instituciones, y están muy tranquilos con eso y yo digo ‘bueno, mi formación es muy desordenada’. Pero bueno es así, es más punk y es más cruzada.[…] Es otra la concepción de formarse que tenemos acá en Sudamérica. Hacés la carrera, pero seguís tomando clases con otros… Eso es una capacidad que tenemos que es para sacarse el sombrero. En Europa es diferente porque están más cómodos. Tienen otro modo de hacer. Estaría buenísimo tener esa comodidad, pero a veces esa comodidad no te hace desarrollar todas las capacidades que tenés. Nosotros en Sudamérica no tenemos nada que envidiar, […] hay una cosa animal, de lucha, que allá es diferente. Tienen otro modo de vivir, es otra experiencia. Entonces,¿Por qué seguir mirando allá como referente? Esa es mi pregunta. Quizás puedo decir esto porque fui y lo conocí, puedo elegir porque lo conocí. Ví lo que hay y no me enamoró, no pasa tanto como yo pensaba. Es como el adolescente que se va de la casa,  después maduras eso y empezás a valorar y a darte cuenta. Hay que confiar y seguir adelante, la vida es desordenada.”

I: ¿Cómo vinculas las obras que hacés con la performance o el teatro, se podría denominar ‘danza teatro’?

Es difícil, porque no sé. Mi formación está en la danza contemporánea, pero a mí me cuesta mucho pensarme como bailarina. Porque, ¿Cómo hacer para separar este lenguaje que utilizo, entre teatro y danza? Me formé mucho haciendo teatro que utilizaba mucho el cuerpo, y me formé haciendo danza que no miraba el movimiento como finalidad sino como consecuencia de algo que se hace. No estoy muy segura, a mí me cuesta también entender.Yo me pregunto si la performance no es esto de crear una escena en espacios que quizás no son teatrales, y con menos elementos, artificios. Me pregunto si no es eso. Si bien trabajo en eso, no lo sé.

I: Esto, quizás tiene relación con lo que mencionas antes de la formación desordenada. Ir haciendo y, quizás, no poder definirlo.

Es un poco duro socialmente. Porque te preguntan, ‘¿Y qué estás haciendo? ¿Y de qué trabajás?’  Se juegan muchas cosas, pero yo digo que valió la pena… sigue valiendo la pena.

Mientras nos responde se queda con la mirada puesta en algún pensamiento, dejándonos con la idea de que tal vez no todo lo importante en la vida cabe en una definición. Parece que al fin y al cabo el desorden sólo tiene mala prensa.

PH: Cosimo Paiano y Francis Castillo.

 

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