Las danzas de los cuerpos. Feminismos, movilizaciones y pandemia.

Por Luciana Bertolaccini.

lmbertolaccini@gmail.com

 

 

El espacio giró a su alrededor.
El espacio era un ser de infinitas dimensiones
que despertaba y bailaba a su conjuro.
Entonces comprendí que me había encontrado con la danza.
Susana Thénon (fragmento)

 

¿Qué nos dicen los feminismos y los movimientos lgtbiq+ acerca del cuerpo? Bastante se ha escrito y, sin embargo:¿cabe agregar todavía algo más? Seguramente sí y no sea este el lugar en que se lo logre, pero arrojaremos algún intento en esa dirección.

Antes que un nicho, los feminismos nos brindaron una clave de lectura, una disposición política y un condimento para revolver todo una vez más y buscar en esa pócima renovadas pistas para la apuesta emancipatoria que siempre insiste. Una zona de politización que convoca a trans, travestis, mujeres, lesbianas, disidencias sexuales, pero también a les afro, marrones, indígenas, villerxs, migrantes y todes quienes crean otras pronunciaciones de la pelea por la justicia social.

En el mes de Ni una menos (NUM) y del día internacional del orgullo, la sexta jornada de NUM se llevó adelante a pocos días de oficializarse el protocolo para el acceso a la interrupción legal del embarazo (ILE), y fue seguida por la media sanción de la ley de promoción del acceso al empleo formal para personas travestis, transexuales y transgénero. Los feminismos en nuestro país han hecho uso de la presencia corporeizada y plural en la calle una marca de su militancia. Las dinámicas vinculadas a ocupar y apropiarse del espacio público pueden pensarse como una forma de hacer política y como un terreno que resuena en otras instancias de construcción de poder. Lo que ha sucedido en las calles en los últimos años coloca a esa presencia corporal en un lugar de interés. Sin embargo, la pandemia lleva a preguntarnos cómo pensamos la ocupación de la calle y la disposición de los cuerpos en un contexto en el que las medidas de cuidado impiden las aglomeraciones y en el que atendemos a una superposición de crisis.

El interrogante aparece en un año largo que comenzó en marzo del 2020 y en el que los cuerpos y sus múltiples latencias estuvieron en el centro de la escena. Sustraídos de los espacios públicos, de los encuentros, de los afectos, y compelidos a una extenuación sin tregua. Cuerpos en salas UTI, hospitales, clínicas, guardias, cuerpos de médicxs y enfermeras llevados al extremo del cansancio. Cuerpos expoliados de madres, jefas de hogar, cuidadoras comunitarias. Cuerpos del rebusque cotidiano porque, mientras tanto, hay que comer, pagar el alquiler, los impuestos, las deudas. ¿Dónde termina el trabajo y empieza lo otro, eso cada vez más difícil de nombrar?

Si algo quedó en evidencia es la importancia de las tareas que suponen la reproducción de la vida cotidiana, su feminización y el empobrecimiento que traen aparejadas por no estar remuneradas. En un sistema económico neoliberal que no es capaz por sí mismo de proteger la vida, una de las agendas de la pandemia fueron los cuidados en los hogares y los cuidados populares en los territorios colectivamente organizados: la dimensión corporal de la pertenencia comunitaria. Pero también lo fueron las estrategias de contención y asistencia ante los casos de violencia de género: los cuerpos en red. La batalla por los precios de los alimentos: la nutrición de los cuerpos. Las tomas, la posibilidad de una parcela de tierra para habitar: el cobijo de los cuerpos. La enfermedad que acecha de forma cada vez más virulenta: la salud de los cuerpos. La efectiva implementación de la interrupción voluntaria del embarazo: la soberanía de los cuerpos. La protección del ambiente: el cuerpo territorio en lazo extendido con la naturaleza.

¿Qué es entonces esa calle que los cuerpos buscan ocupar y cuáles son las condiciones de posibilidad que nos atraviesan? ¿Es un impasse o existe algo en este estado de cosas sobre lo que deberemos amasar estrategias afectivas, políticas, culturales de acá en más? El desafío de la calle que los feminismos han construido supone algo más que la movilización por demandas, funda la apuesta y el ejercicio de lo colectivo; es en ese terreno donde debemos ubicar lan pregunta por la danza de los cuerpos en plural. Si nos preguntamos por la manera en que esa corporalidad se expresa en una apuesta por la construcción de campos de experimentación común, es posible mencionar cinco inscripciones o formas de enunciación.

En primer lugar, el cuerpo como soporte político. Esos cuerpos tienen importancia en tanto se reúnen y expresan significantes políticos críticos y desafiantes en el ejercicio de concentración, ponen en acto su densidad y significación a partir del accionar conjunto. Permiten la constitución de un intersticio que abre la posibilidad de modificar la arquitectura y la temporalidad establecida. Prácticas que, si bien incorporan modalidades lingüísticas, son siempre y antes corporales.

En segundo lugar, el cuerpo como experiencia histórica y material en donde se acumulan las marcas que deja la violencia. No es solo un cuerpo en términos biológicos, sino un espacio vivido, cuerpos políticos, históricos, generizados, atravesados y producidos por relaciones de poder. Es en ellos en donde pueden hallarse las coordenadas para develar relaciones de opresión que los jerarquizan y catalogan, en las que las diferencias aparecen como desigualdades. Un territorio donde se libra una batalla, un campo de disputa sobre el que se expresa una intersección de violencias.

En tercer lugar, y como contracara, podemos hablar del cuerpo que ensaya en ese terreno mismo de la aparición una desobediencia, una indocilidad. Los cuerpos aparecen formando parte de un conjunto de fuerzas vivas y no pueden ser pensados en su accionar por fuera de la trama infraestructural en la que se desenvuelven, son así cuerpos históricos atravesados por discursos y poderes institucionales que promueven límites y circunferencias sobre los cuales desarrollarse. Estas normas intervienen en la constitución de un campo de aparición en función de quiénes son admitidxs en el terreno de lo reconocible. Pero es en el marco de acciones plurales y en alianza, y no de estrategias aisladas de lucha por identidades individuales, que puede pensarse en la apertura de espacios de experimentación que desafíen aquellas normas. Poner el cuerpo en la calle ensaya una ocupación del espacio público como corrimiento de los cuerpos de los lugares a donde se les conmina, a las funciones en las cuales se los quiere encorsetar.

La cuarta inscripción es el cuerpo como experiencia expresiva, es decir, como portador de carteles, banderas, estandartes, intervenido con múltiples recursos estéticos, con consignas que aglutinan los significados específicos de cada acción plural. Pero además y, sobre todo, el cuerpo mismo se establece como un territorio sobre el que se trazan coordenadas de lucha. Cuerpos que bailan, se pintan, se abrazan, gestionan nuevas formas de la protesta, se desalinean de las coreografías habituales, proponen otra forma de transitar el espacio, los vínculos, los perímetros de lo público y lo privado, las construcciones organizacionales y políticas, cuerpos que ejercitan otras posibilidades de existencia.

Una quinta y última figuración es la de los cuerpos como disposición afectiva. No es solo el cuerpo individual que se conjuga en el ejercicio de instancias más o menos organizadas, es un cuerpo colectivo, expansivo que se extiende entre los cuerpos territorios que allí se encuentran. Un ejercicio de acuerpamiento que propicia un estado de compañía, que pasa el dolor ajeno por el cuerpo propio y que predispone a la generación de la energía necesaria para la actuación política. Se trata de la producción de un entramado de prácticas sensibles que dan forma a experiencias afectivas, a una red de afectos. Esx otrx se constituye como una experiencia real en nuestro cuerpo que genera una reposición vincular de proximidad frente a disposiciones individualistas.

A lo largo de este tiempo de pandemia que nos toca atravesar, los activismos políticos callejeros de los feminismos atravesaron transformaciones. En el marco de un aislamiento estricto en la primera mitad del 2020, la quinta marcha NUM en Rosario se convocó como movilización virtual. El Comité feminista ante la emergencia sanitaria trasladó las asambleas preparatorias a la virtualidad. Desde allí se llamó a la lectura conjunta del documento en línea, a realizar un twitazo, un ruidazo desde los balcones y al despliegue de lazos violetas en puertas y ventanas que dieran visibilidad a esta búsqueda por reinventar la ocupación del espacio público. En la misma jornada se realizó un proyectorazo en el cual se pudieron ver consignas en la fachada de distintos edificios y zonas, a la vez que se realizó una pegatina de afiches por la ciudad.

La combinación de acciones en redes sociales y estrategias presenciales cuidadosas en un contexto de restricciones por la emergencia sanitaria fueron la marca que adquirió la presencia y la inscripción callejera feminista en este largo año pandémico. Se llevaron adelante ruidazos en los balcones como protesta ante los femicidios y transfemicidios, que reclamaban acciones coordinadas para prevenirlos y asistencia a quienes estuvieran atravesando situaciones de violencia de género. Los balcones adquirieron en ese tiempo ciertas particularidades como nexo entre el espacio de lo privado y el de lo público, tanto en los ruidazos como en los cacerolazos -con las más variadas y hasta insólitas consignas- los aplausos al personal médico, las interacciones entre personas vecinas, etc. Un lugar de hibridación que pretendió durante algún tiempo de las medidas de aislamiento reponer la calle negada.

De manera similar, se realizaron marchas virtuales para casos de femicidios, encuentros virtuales, como las jornadas de debate durante los días en los que se celebraría el 35 ENM. También hubo aisladas y pequeñas concentraciones, sobre todo en Tribunales, para exigir justicia en casos de femicidios y protección a víctimas. Se desarrollaron algunas intervenciones gráficas y performáticas, con mayor énfasis hacia fin de año para el tratamiento en la Legislatura Nacional de la Ley de IVE, como una pegada de séxtuples con la inscripción Abortolegal2020, la colocación de pañuelos verdes en espacios de visibilidad, un proyectazo con las consignas Es urgente y Aborto legal 2020 entre otras acciones impulsadas por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.

Con una relativa flexibilización de las restricciones y a raíz del tratamiento de la Ley ILE, la plaza San Martín funcionó como el epicentro para la reedición de lo que habían sido los martes verdes, con motivo de acompañar de manera colectiva los debates. Una efímera vuelta a la plaza que incluyó pañuelazos, transmisión en vivo de exposiciones, feria, intervenciones y las vigilias en espera de las votaciones de ambas cámaras. A diferencia de 2018 se asistió a una marcada federalización de los festejos y vigilias, cada plaza tuvo su grito local.

Llegamos así a un nuevo 3 de junio que, en diálogo con lo anterior, fue organizado con reuniones del Comité virtualmente. Un NUM centrado en la Ley de Cupo Laboral Travesti Trans, en el pedido de aparición con vida de Tehuel, en los derechos para la población con discapacidad, en el reclamo por los persistentes femicidios, travesticidios y transfemicidios y en el empuje de la agenda por una reforma judicial feminista. En una estrategia nuevamente de combinación de acciones se realizó un proyectorazo, afichazo y la lectura de la proclama de manera virtual. Las redes sociales se llenaron de intervenciones gráficas con consignas, videos, redacción de documentos, conversatorios y compilados de fotos de personas en sus casas o territorios de militancia sosteniendo carteles con las consignas convocantes que armaron una oleada virtual.

Se tejieron estrategias complementarias en una búsqueda por reconectar de una forma novedosa una calle virtual con una situada en la urbanidad. Lo virtual no solo se sostuvo como archivo o registro, buscó repensarse en el marco de una calle restringida. Las otras formas de estar en la calle, coreografías enhebradas con la corporalidad física que sigue apareciendo con su peso específico.

¿Qué es entonces lo que se imposibilita cuando se sustrae a los cuerpos de la calle? Cada una de estas plazas, manifestaciones, intervenciones da lugar a la discusión y expansión de lo que puede aparecer, de qué y quiénes son lxs audibles, visibles, qué existencias se pueden pensar y construir, qué se incentiva, solidifica, resquebraja y se disemina desde esos espacios construidos colectivamente. La pandemia mostró la inevitabilidad de la presencia de los cuerpos enlodados de su cotidianeidad. Reconocer y reparar es la tarea, pero queda la pregunta si en esos intersticios que buscan generarse para imaginar otras posibilidades de lo existente hay lugar todavía para la transformación. Danza caótica de los cuerpos que quedan.

 

 

Foto I
Fuente: Ig Indeso Mujer
Descripción: proyectorazo en el marco del 3 de junio 2021

Foto II
Fuente: Ig mujeresutep_rosario
Descripción: publicación en el marco del 3 de junio 2021

Foto III
Fuente: ig campaabortoros
Descripción: jornada en Plaza San Martín en el marco del tratamiento en comisiones de la Ley
ILE

Foto IV
Fuente: ig campaabortoros
Descripción: acción realizada en el cruce de las peatonales Córdoba y San Martín

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