Escribe Ponce María del Rosario
Wendy Gilt y Paula Valdés Cozzi, bailarinas y docentes del Instituto Provincial de Danzas “Isabel Taboga” coordinan el “Laboratorio de Danza y Escritura” que el mes pasado fue vivenciado por lxs alumnxs ingresantes del mismo terciario. Uno de los ejes que impulsa el taller es el sentipensar, proceso en el que ponemos a trabajar en simultáneo el pensamiento y el sentimiento. A partir de este concepto, las bailarinas sostienen que a través de la danza podemos ver, conocer y construir el mundo; crear conocimiento.
Llegué tarde. Me detengo y observo desde afuera el espacio del “D1” y “D2”, aulas habituales para la danza en el instituto. Allí también se detuvo la rapidez, la aceleración, la ansiedad por llegar, la calle y el tránsito. En ese momento, entre las puertas corredizas del D2 me encuentro con estrellas de mar: cuerpos relajados, extendidos, dispuestos en el piso. La luz cálida y un lugarcito cerca de la puerta me invitaron a entrar. Dejo mi cuardenito y birome al costado de mis lentes. Rápidamente, con los ojos cerrados, me sumerjo en el mar junto a mis compañerxs.
Noto, enseguida, que el peso de mis lentes sigue reposando en la raíz de mi nariz. ¿Cuánto peso lleva mi cuerpo de algo que ya no está?… La piel, aún calentita por el eco de la prisa, disfruta del descanso repentino. La respiración me conecta con algunas de las sensaciones que van apareciendo.
En ocasiones, voy por la calle pedaleando en mi bicicleta y me descubro queriendo avanzar apretando el freno. Y otras veces, me observo sentada escuchando a alguien pero con la mente en el acelerador. Que complejo hacer y estar en el momento. Parar y observar. Sentir y pensar.
A continuación, desde las profes brota la propuesta de escribir. Y que raro que se sintió no sentarme para hacerlo sino que rodé por el piso en búsqueda de lápiz y papel. Y pude escuchar un sonido que no es habitual para mi; la forma, los ángulos, las superficie de mis huesos empujando el parqué. No logro darme cuenta si es interno o externo ¿o ambas?, ¿alguna vez escucharon ese sonido?.
El taller avanza y escucho a Wendy decir la palabra «paisaje». Entonces, percibo la saliva que se acumula en mi boca y como la marea, fluye hacia otra parte de mi anatomía. Siento ese cuerpo de agua que se mueve en mi y no puedo desconectarlo de los cuerpos que me rodean, de esas estrellas que vi cuando entré y que también son mareas. Juntos, componemos un horizonte de colores, texturas, relieves, sentimientos, formas; todos diversos y particulares. Que hermosa es la diferencia, el otre, lo otro, lo distinto. Y el encuentro.
“Quien se anime a hablar y compartir una idea, una palabra, un pensamiento en voz alta, puede hacerlo» dijo Paula.
Las palabras vuelan por el aire y se posan sobre mi. Algunas me movilizan o sorprenden, despiertan emociones, dibujan una sonrisa, impulsan una lagrima, tensan mi mandíbula. Otras, me sostienen y energizan. Cuanto aconteció en un segmento de oralidad y cuanto más quedó en el pensamiento. Nadie puede negar que el cuerpo tiene mucha de la información que necesitamos para estar mejor, para encontrar respuestas o hacernos más preguntas. Hay que leer más. ¡Hay que leernos más!.
Luego, la danza se magnificó. Bailamos y agradecimos el encuentro. Escribimos y bailamos una danza común. Nos escuchamos y expresamos. Gritamos juntes e hicimos una performance de escritura.
Al finalizar, Pau y Wendy, compartieron libros y revistas de danza para acercarnos a este material y conocerlo. Entre ellos, el libro de Natalia Perez “Apuntes de clases”, “Danza y peligro” y «Hacer magia. Asuntos de danza» de Fabiana Capriotti , «Pensar con mover» de Marie Bardet, “Poéticas en la Danza. Nuevos modelos de producción.” de Marcela Masetti. Y obvio que “Revista Inquieta” estaba presente.
Entonces, ¿Cómo se escribe sobre danza? ¿Desde el movimiento? ¿Puedo danzar y escribir sobre otras cosas? ¿Tengo que escribir desde la quietud? ¿Cuál es la postura de la escritura? ¿Hay una receta para crear conocimiento? ¿Cuando sentis ganas de escribir, lo haces? Después de esta experiencia sugiero que no dejemos que se nos escapen las palabras, como dijeron las docentes “hay un tiempo para el registro, para la escritura” y recuerden cuando vayan a danzar, además de llevar la botellita de agua, carguemos ese cuadernito de anotaciones para que sea parte de nuestro movimiento.